ban, comiendo como hacen los que quieren vivir, como quiera que todos los días y noches consumía en lloroso deseo. Y dentro en su pecho y de sus entrañas se deshacía su corazón llorando y plañendo de continuo. Y la imagen de su marido difunto, que ella había hecho a su semejanza del dios Baco, y continuamente adoraba y honraba como a Dios, le era solaz; en el cual se atormentaba. Trasilo, como era hombre arrebatado y temerariocomo su nombre lo declara, antes que las lágrimas hubiesen satisfecho al dolor y antes que el furor del corazón cesase y el llanto se aplacase, no habiendo pasado mucho tiempo para que la pena se le amansase, que aun estaba llorando a su marido, mesándose los cabellos y rasgando sus vestiduras, no dudó de hablarle, diciéndole que se casase con él, y con la poca vergüenza que tenía, no dudó tampoco descubrirle el secreto de su pecho y los inefables engaños y maldades que pensaba. Carites, cuando esto oyó, espantóse de voz tan nefanda, y fué herida así como de un gran trueno o relámpago o como de un rayo del cielo, de manera que cayó su cuerpo y el ánimo se obscureció. Pero dende a un poco, tornando algo en sí, comenzó a hacer un fiero llanto y lloro; y mirando que sobre aquel negocio que el malvado Trasilo le proponía era razón de mirar, puso el deseo del demandador en dilación de mayor consejo, y esa misma noche le apareció el ánima del mezquino de su marido Lepolemo, que era muerto, la cual, alzando la cara ensangrentada, amarilla y muy disfor-
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