la verdad era que él tenía pensamiento de restituirlo a su dueño, y que pluguiese a Dios que este asno, el cual nunca hubiese encontrado, pudiera hablar con voz humana para que declarara y diera testimonio de su inocencia, porque cierto a ellos les pesara de la injuria que le habían hecho. De esta manera, porfiando y defendiendo su causa, ninguna cosa le aprovechaba, porque los pastores enojados le echaron las manos al pescuezo y así lo tornaron hasta cerca de aquella montaña donde el mozo acostumbraba hacer leña para llevar a casa; el cual nunca pareció en toda aquella tierra, pero al cabo hallaron su cuerpo desmembrado y despedazado derramado por muchas partes; lo cual yo por muy cierto sentía que era hecho por los dientes de aquella osa, y por Dios yo dijera lo que sabía si la copia de hablar me ayudara, más aquello só o que podía me alegraba entre mí de aquella venganza, aunque había venido tarde. Los pastores cogieron todos aquellos pedazos del cuerpo, y con mucha pena ayuntado y compuesto lo enterraron allí; de esta manera, criminando y acusando a mi guiador indubitado y mi bellorofonte, diciendo que era cruelmente ladrón y matador, lleváronlo bien preso y atado; tornáronse a sus casas y chozas diciendo que otro día siguiente lo llevasen ante la justicia para que le diesen la pena que merecía. Entretanto que los padres del mozo muerto lloraban y plañían su hijo, he aquí de viene aquel rústico que había ido al mercado, al cual
Página:La metamorfosis o El asno de oro (1920).pdf/227
Esta página ha sido corregida
223