allí pasaba, como me vió vagabundo y solitario, cabalgó encima de mí, y con un palo que traía en la mano comenzóme a echar por otro camino que yo no sabía. Pero yo no iba contra mi voluntad, antes me amañaba para andar muy presto, por dejar aquella cruel carnicería de mis compañones, y tampoco me curaba mucho porque aquél me daba con el palo, porque yo estaba acostumbrado que cada día me desollaban a varadas; mas aquella fortuna, que siempre fué contraria y pertinaz a mis casos, pervirtió muy prestamente esta mi huída tan oportuna y luego ordenó otras nuevas asechanzas. Aquellos mis pastores andaban a buscar una vaquilla que se les había perdido, y habiendo atravesado y andado por muchas partes, acaso encontraron con nosotros, y luego como me conocieron tomáronme por el cabestro y comenzáronme a llevar; pero aquel otro resistía con mucha osadía, llamando ayuda y protestando la fe de los hombres y del señorío que tenía en mí, diciendo: "¿Por qué me robáis lo mío?, ¿por qué me salteáis ?" Ellos dijeron: "; Tú dices que te tratamos descortésmente llevando como llevas hurtado nuestro asno? Antes has de decir dónde escondiste el mozo que traía el asno, el cual tú mataste." Y diciendo esto dieron con él en tierra y sacudiéronle muy bien de coces y puñadas; y él juraba que nunca había visto quién trajese el asno, sino que lo cierto era que él lo había hallado suelto y solo por ese camino, y que lo había tomado por ganar el hallazgo; pero que
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