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ve por ese camino algún caminante, ahora sea mujer vieja, ahora moza doncella para casar, o muchacho de tierna edad, luego lanzada la carga en el suelo, y aun algunas veces la albarda y cuanto trae encima, con mucha furia corre como enamorado de personas humanas, y lanzados por aquel suelo prueba de hacer con ellos lo que es contra natura, y aun muérdelos con su boca sucia, que parece que los quiere besar; lo cual nos es causa de muchos litigios y cuestiones, y aun quizá algún día nos traerá mayor daño. Que ahora halló en el camino una moza honesta y hermosa, y como la vió, lanzada por ese suelo la carga de leña que traía, arremetió a ella con ímpetu furioso, y el gentil enamorado derribó la mujer por el suelo, y allí, en presencia de todos, trabajaba por subir encima de ella; en tal manera, que si no fuera por los gritos y voces que dió y le acorrieron los que pasaban por el camino, quitándosela de entre medias de los brazos y piernas, cierto que él abriera y rompiera la mezquina de la moza, y ella sufriera la muerte y a nosotros nos dejara pena y malaventura.

Con estas mentiras, mezclando otras palabras que mucho atormentaban a mi vergonzoso callar, incitó cruel y fieramente los ánimos de los pastores para destrucción mía. Finalmente, que uno de ellos dijo:

—Pues que así es, ¿por qué no sacrificamos este marido público y adúltero común de todas y hacemos sacrificio de él, cual lo merecen aquellas