un salto, sin pensar otro peligro, y la llama fué luego apagada en tal manera, que yo fuí vacío de la carga y escapé libre de la muerte; mas aquel maligno y temerario mozo torný contra mí toda su malignidad que había hecho, diciendo y afirmando a todos los pastores que por ahí estaban que, pasando yo por los fuegos de los vecinos de aquella aldea, de mi propia gana, titubeando los pasos, había tomado aquel fuego, y aun haciendo burla de mí, añadía diciendo: "¿Hasta cuándo habemos de mantener de balde a este engendrador de fuego?
CAPITULO IV
No pasaron muchos días que me buscó otro mayor engaño. Vendió la carga de leña que yo traía en una casa de aquella aldea, y tornóme vacío a casa, dando voces que no podía su fuerza bastar a mi maldad, y que él no quería más servicio en este miserable oficio, y las quejas que inventaba contra mí eran de esta manera:
—¿Vosotros veis este perezoso, tardón y grande asno? Además de otras maldades que cada día hace, ahora me fatiga con nuevos peligros: como