Página:La metamorfosis o El asno de oro (1920).pdf/210

Esta página ha sido corregida
206
 

luego una vestidura de seda, como convenía a tal capitán, quitándole primero el savo roto, aunque rico, que traía. En esta manera reformado, dió paz y abrazó a cada uno de ellos, y sentado en más alto lugar que ninguno, comenzaba a hacer fiesta con su cena de muchos manjares.

CAPITULO II

Cómo aquel mancebo recibido en la compañía por Hemo, afamado ladrón, fué descubierto ser Lepolemo, esposo de la doncella, el cual la libertó con su buena industria y llevó a su tierra.

Entonces, hablando unos con otros, comenzaron a decir de la huida de la doncella y de cómo yo la llevaba a cuestas, y diciendo asimismo de la monstruosa y no oída muerte que para entrambos nos tenían aparejada: lo cual, todo por él oído, preguntó dónde estaba aquella moza; y lleváronlo adonde estaba, y como la vió en la prisión cargada de hierros, comenzó a despreciarla, haciendo un sonido con las narices, y salióse luego de la cámara, y desde que se tornó a sentar, dijo luego a los ladrones:

—Yo, señores, no soy tan bruto ni temerario que quiera refrenar vuestra sentencia y acuerdo; pero yo pensaría que tenía dentro, en mi corazón, pecado de mala conciencia si disimulase lo que me parece que es bueno y provechoso; mas una cosa ha-