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cuidado principal, en que me recordaba cómo por consejo y deliberación de los ladrones yo estaba sentenciado para ser sacrificio del ánima de aquella doncella, y mirando muchas veces mi barriga, me parecía que ya estaba pariendo a la mezquina de la moza. Mas, si os place, aquel que trujo de mí falsa relación del hurto, sacados de su seno mil ducados que allí traía cosidos, los cuales, según decía, había robado a diversos caminantes, echándolos dentro en el arca para provecho común de todos, comenzó a inquirir y preguntar solícitamente de la salud de todos los compañeros; y sabido como algunos de los más esforzados eran muertos en diversos, aunque no perezosos casos, persuadióles que entre tanto no robasen los caminos y guardasen treguas con todos, hasta que entendiesen en buscar compañeros y con la malicia de la nueva juventud fuese restituído el número de su compañía, como antes estaba, porque haciendo así podrían compeler, poniendo miedo a los que no quisiesen y provocando con premio a los que de su voluntad quisiesen: que no habría pocos que, renunciando a la vida pobre y servir, no quisiesen más seguir su opinión y compañía, la cual parecía que era cosa de grande estado y poderío, diciendo que él había hablado, por su parte, con un hombre poco había, alto de cuerpo y mancebo bien esforzado, y le había persuadido y finalmente acabado con él que tornase a ejercitar las manos, que traía embotadas de la luenga paz: y que mientras pudiese usase de los bienes de la