Página:La metamorfosis o El asno de oro (1920).pdf/202

Esta página ha sido corregida
198
 

según yo conocí en sus hablas, entró por la puerta, y como llegó a la entrada de la cueva sentáse allí para cobrar resuello y comenzó a hablar a su compañía de esta manera:

—Cuanto toca a la casa de Milón el de la ciudad de Hipata, la cual poco ha robamos, ya podemos estar seguros, porque yo lo he bien solicitado; que después que vosotros robasteis todo lo de aquella casa y os partisteis para esta nuestra estancia, mezcléme entre aquella gente popular de aquella ciudad, haciendo parecer que me dolía y me pesaba de aquel negocio. Andaba mirando qué consejo tomaban sobre buscar quién había hecho aquel robo y en qué manera y cómo querían hacer la pesquisa para buscar los ladrones, lo cual todo yo miraba para decíroslo como mandasteis, y no solamente por dudosos argumentos, más por razones probadas, todos los de aquella ciudad y de consentimiento de todos pedían no sé qué Lucio, diciendo ser el autor manifiesto de tan gran crimen; el cual, pocos días antes, con ciertas cartas fingidas y fingiéndose hombre de bien, había hecho amistad estrechamente con aquel Milón, en tanto que lo recibió por huésped de su casa y por amigo muy intimo entre sus familiares y amigos, y él se detuvo algunos días en su casa fingiendo tener amores con una criada de Milón, y espió muy bien las cerraduras de la puerta y de los palacios donde Milón tenía todo su patrimonio; para lo cual no pequeño indicio se halla contra aquel mal hom-