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balgó y huyó encima de un toro: porque si fué verdad que Júpiter se transfiguró en buey, bien puede ser que en este mi asno se esconda o alguna figura de hombre o imagen de los dioses.

Entretanto que la doncella replicaba entre sí muchas veces estas cosas, mezclando con este deseo grandes y continuados suspiros, llegamos adonde se apartaban tres caminos. Cuando allí llegamos, ella, tirándome del cabestro con cuanta fuerza podía, porfiaba de enderezarme por el camino de a mano denecha, porque aquélla era la vía para ir a casa de sus padres. Mas yo, sabiendo que los ladrones habían ido por allí a hacer otros robos y saltos, resistíale fuertemente y entre mí callando decía de esta manera: "; Qué haces, moza desventurada, qué haces? ¿Por qué te apresuras para la muerte? ¿Qué es lo que porfías a hacer con mis pies? Porque no solamente perderás a ti, pero a mí también." Estando nosotros altercando cada uno en su porfía y en causa final contendiendo de la propiedad del suelo o dividir el camino, he aquí los ladrones cargados de lo que habían robado; nos tomaron a manos, y como con la claridad de la Luna nos conocieron un poco de lejos, con una risa falsa y maligna nos comenzaron a saludar, y el uno de ellos dijo de esta manera:

—¿Hacia dónde tan de priesa trasnocháis este camino, que no teméis las brujas y fantasmas de la soledad de la noche? Y tú, muy buena doncella, ¿das mucha priesa en ir a ver a tus padres? Pues

Asno de oro
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