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trema puedes esperar? Esta muerte muy cruel te está aparejada por deliberación y acuerdo de los ladrones, y en el cierto peligro poco aprovecha el esfuerzo. ¿Ves estos riscos y peñas muy agudas? A cualquier parte que cayeres por ellas te desmembrarás y harás pedazos: porque el arte mágica que tú andabas a buscar no te dió tan solamente la cara y las fatigas y trabajos de asno, mas no cuero grueso como de asno, sino delgado y muy sutil, como de golondrina. Pues que así es, ¿por qué no te esfuerzas y en tanto que puedes provees a tu salud? Tienes ahora muy buena oportunidad para huir, y en tanto que los ladrones no están en casa, ¿has de temer, por ventura, la guarda de una vieja medio muerta, la cual puedes matar con una coz de tu pie cojo? Pero ¿hasta dónde podré huir? O ¿quién me acogerá en su casa? Este pensamiento, cierto, me parece necio y de asno: porque ¿qué caminante me hallará en el camino que no cabalgue encima de mí y me lleve consigo?

Diciendo esto, con muy alegre esfuerzo, quebré el cabestro con que estaba atado y eché a correr cuanto más presto pude; pero no pudiendo huir los ojos de milano de aquella falsa vieja, la cual, como me vió suelto, tomada audacia y esfuerzo más que su edad y condición le podían dar, arrebatóme por el cabestro y porfió a quererme tornar por fuerza al establo; pero yo, recordándome del propósito mortal de aquellos ladrones, no me moví a piedad alguna, antes, alzados los pies, le