Página:La metamorfosis o El asno de oro (1920).pdf/188

Esta página ha sido corregida
184
 

ladrar y la braveza del perro infernal con el engaño de la otra sopa que le quedaba, y habiendo dado la otra moneda a Carón el barquero por que la pasase, tornó del infierno más esforzada de lo que entró. Y después de adorada la cla ra luz del día, que tornó a ver, como quiera que en cumplir esto acababa el servicio que Venus le había mandado, vínole al pensamiento una temeraria curiosidad, diciendo:

"Bien soy yo necia trayendo conmigo la divina hermosura que no tome de ella siquiera un poquito para mí, para que pueda placer a aquel mi hermoso enamorado."

Y como esto dijo, abrió la bujeta, dentro de la cual ninguna cosa había, ni hermosura alguna, salvo un sueño infernal y profundo, el cual, como fué destapado, cubrió a Psiches de una niebla de sueño grueso, que todos sus miembros le tomó yposeyó, y en el mismo camino por donde venía cayó durmiendo como una cosa muerta. Pero Cupido, ya que convalecía de su llaga, no pudiendo tolerar ni sufrir la luenga ausencia de su amiga, estando ya bien dispuesto y las alas restan radas, porque había días que holgaba, salióse por una ventana pequeña de su cámara, donde estaba encerrado, y fué presto a socorrer a su mujer Psiches, y apartando de ella el sueño, y lanzado otra vez dentro en la bujeta, tocó livianamente a Psiches con una de sus saetas y despertóla diciéndole:

"Aun tú, mezquina de ti, no escarmientas,