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todos los géneros de granos de cada montón sobre sí, prestamente se fueron de allí. Luego, al comienzo de la noche, Venus, tornando de su fiesta, harta de vino y muy olorosa, llena toda la cabeza y cuerpo de rosas resplandecientes, vista la diligencia del gran trabajo, dijo:

"¡Oh mala!; no es tuya ni de tus manos esta obra, sino de aquel a quien tú por tu mal y por el suyo has aplacido."

Y diciendo esto, echóle un pedazo de pan, para que comiese y fuese a acostar. Entre tanto, Cupido estaba solo y encerrado en una cámara de las que estaban más adentro de casa: el cual estaba allí encerrado así por que la herida no se dañase, si algún mal deseo le viniese, como por que no hablase con su amada Psiches. De esta manera, dentro de una casa y debajo de un tejado, apartados los enamorados, con mucha fatiga pasaron aquella noche negra y muy obscura.

CAPITULO III

En el cual trata cómo la vieja, procediendo en su muy largo cuento, narra los trabajos que Venus dió a Psiches, por darle ocasión a desesperar y morir. Y cómo, por conmiseración de los dioses, Venus la vino a perdonar, y con mucho placer se celebraron las bodas en el cielo.

—Después que amaneció, mandó Venus llamar a Psiches y dijo de esta manera: