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ni amor de hijos, sino todo al contrario, sucio y feo y para todos enojoso."

Cuando aquella ave parlera dijo estas cosas a Venus, reprendiendo a su hijo Cupido, Venus, con mucha ira, exclamó fuertemente, diciendo:

—Parece ser que ya aquel bueno de mi hijo tiene alguna amiga; hazme tanto placer tú, que me sirves con más amor que ninguna, que me sepas el nombre de aquella que engañó este muchacho de poca edad: ahora sea alguna de las ninfas o del número de las diosas, o ahora sea de las musas o del ministerio de mis gracias."

Aquella ave parlera no calló lo que sabía, diciendo:

"Cierto, señora; no sé cómo se llama; pienso, si bien me acuerdo, que tu hijo muere por una llamada Psiches."

Entonces, Venus, indignada, comenzó a dar voces, diciendo:

"Ciertamente, él debe de amar a aquella Psiches que pensaba tener mi gesto y era envidiosa de mi nombre: de lo que más tengo enojo en este negocio es que me hizo a mí su alcahueta, porque yo le mostré y enseñé por dónde conociese aquella moza."

De esta manera, riñendo y gritando, prestamente se salió de la mar y fuése luego a su cámara, adonde halló a su hijo malo, según lo había oído, y desde la puerta comenzó a dar voces, diciendo de esta manera:

"¡Honesta cosa es, y que cumple mucho a nues-

Asno de oro
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