CAPITULO V
—Cuando esto acabó de decir el dios pastor, Psiches, sin responderle palabra ninguna, sino solamente adorando su deidad, comenzó a andar su camino; y antes que hubiese andado mucho camino, entró por una senda que atravesaba, por la cual yendo, llegó a una ciudad adonde era e' reino del marido de una de aquellas sus dos hermanas: y como la reina su hermana supo que estaba allí, mandóle entrar, y después que se hubieron abrazado ambas a dos, preguntóle qué era la causa de su venida. Psiches le respondió:
"No te recuerdas tú, señora hermana, el consejo que me disteis ambas a dos que matase a aquella gran bestia que se echaba conmigo de noche en nombre de mi marido antes que me tragase y comiese, para lo cual me diste una navaja? Lo cual, como yo quisiese hacer, tomé un candil, y luego que miré su gesto y cara veo una cosa divina y maravillosa: al hijo de la diosa Venus, digo, al dios Cupido, que es dios del amor,