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mente la comenzó a increpar diciendo de esta manera:

"¡Oh Psiches, mujer simple: yo, no recordando de los mandamientos de mi madre Venus, la cual me había mandado que te hiciese enamorada de un hombre muy miserable de bajo linaje, te quise bien y fuí tu enamorado; pero esto que hice bien sé que fué hecho livianamente! Y yo mismo, que soy ballestero para los otros, me herí con mis saetas y te tomé por mujer. Parece que lo hice yo por parecerte serpiente y porque tú cortases esta cabeza que trae los ojos que bien te quisieron. No sabes tú cuántas veces te decía que te guardases de eso, y benignamente te avisaba por que te apartases de ello. Pero aquellas buenas mujeres tus consejeras prestamente me pagarán el consejo que te dieron; y a ti, con mi ausencia, huyendo de ti, te castigaré."

Diciendo esto, levantóse con sus alas y voló en alto hacia el cielo. Psiches, cuando echada en tierra y cuanto podía con la vista, miraba cómo su marido iba volando, y afligido su corazón con muchos loros y angustias. Después que su marido desapareció volando por las alturas del cie lo, ella, desesperada, estando en la ribera de un río, lanzóse de cabeza dentro; pero el río se tornó manso por honra y servicio del dios del amor, cuya mujer era ella, el cual suele inflamar de amo a las mismas aguas y a las ninfas de ellas. Así, que temiendo de sí mismo, tomóla con las ondas, sin hacerle mal, y púsola sobre las flores