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despertaron con gran ímpetu y comenzaron a mudar su real, armados con sus espadas y lanzas, que parecían diablos, y botaron por la puerta fuera muy aprisa. Pero ni todo esto ni aun el sueño que bien me era menester pudo impedir el tragar y el comer que yo hacía; y como quiera, que, cuando era Lucio, con uno o dos panes me hartaba y levantaba de la mesa, mas entonces, contentando a un vientre de asno tan ancho y profundo, ya entraba rumiando por el tercer canastillo de pan, cuando estando atónito en esta obra me tomó el día claro; entonces yo, como asno empachado de vergüenza, salí de casa, aunque con pena, y hartéme de agua en un arroyuelo que allí estaba. No tardó casi nada, cuándo tornaron los ladrones muy solícitos y con gran baraúnda, como quiera que no traían cosa alguna, ni solamente la vil vestidura; pero con sus espadas en las manos y con toda su hueste traían cercada una doncella muy linda, la cual, según su gesto y hábito mostraba, debía de ser alguna hijadalgo de aquella tierra. Cierto, ella era tal, que yo, aunque asno, la deseaba; la mezquinilla venía llorando y también mesando sus cabellos, rasgando las tocas; después que la metieron en su cueva, comenzáronla a amansar su pena, diciéndole de esta manera:

—Tú, pues, está segura de la vida y honra, da un poco de paciencia por nuestra ganancia, que la necesidad y pobreza nos hace seguir este tra to; tu padre y madre, aunque sean avaros, pero