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tornasen. Además de esto, la osa. andaba por casa aparejada para matar a los que despertasen, porque, en la verdad, ¿quién podría ser tan fuerte y esforzado que viendo una forma de bestia tan fiera, y mayormente de noche, que, vista, no se pusiese a huir, y aceleradamente, o que no échase la aldaba a la puerta de su cámara y se encerrase de miedo? Estas cosas así prósperamente dispuestas, sucedió en ellas fin desdichado, porque en tanto que yo estaba esperando a mis compañeros que tornasen, un esclavillo de casa, que parece Dios le despertó, como vió la osa que libremente discurría por toda la casa, vase muy pasico y callando de cámara en cámara, llamando a unos y a otros, diciéndoles lo que había visto. No tardó mucho cuando salen todos de una parte y de otra, que hinchen toda la casa, unos con candiles, otros con teas, otros con mechones de sebo y otros instrumentos de lumbre para de noche que alumbraban toda la casa, y nadie de los que salieron venía sin armas: unos con lanzas y dardos, otros, las espadas sacadas, se ponían a guardar las puertas y postigos de casa. Además de esto, llamaban los perros de monte, grandes y bravos como leones, exhortándolos para tomar la osa.

Cuando yo esto vi, y que crecía el ruido y tumulto, apartéme de casa, retrayéndome un poco, y púseme tras de la puerta, de donde veía a Trasileón pelear y resistir maravillosamente a los perros; el cual como quiera que estaba en el úl-