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de medio de la carga que yo llevaba y se las dieron, diciéndoles secretamente cómo eran cosas robadas. Allí nos descargaron de toda nuestra carga y nos echaron en un prado que estaba allí cerca para que a nuestro buen placer paciésemos; pero la compañía de pacer con el otro asno y con mi caballo no pudo tenerme allí, porque yo no era usado de comer heno; mas como yo estaba perdido de hambre, vi tras de la casa un huertecillo en el cual me lancé. Y como quiera que de coles crudas, pero abundantemente, yo henchí mi barriga. Andando en el huerto, yo miraba a to das partes, rogando a los dioses si por ventura hubiese algún rosal, a lo cual me daba buena confianza la soledad que por allí había; y estando yo fuera de camino y escondido, en tomando el remedio que deseaba de tornarme de asno de cuatro pies en hombre, podríalo hacer sin que nadie me viese. Así que, andando en este pensamiento, vacilando, veo un poco más lejos un valle con árboles y sombra, en el cual valle, entre otras hierbas verdes y hermosas, resplandecían rosa3 coloradas y muy frescas; ya en mi pensamiento, que del todo no era de bestia, pensaba que aquel lugar fuese de la diosa Venus y de sus ninfas,cuyas flores y rosas relucían entre aquellas arboledas y sombras. Entonces, invocando por mí el alegre y próspero evento, comencé a correr cuanto pude, que por Dios yo no parecía ser asno, sino caballo corredor y muy ligero; pero aquel mi osado y buen esfuerzo no pudo huir de la