mercado interno un hecho relativamente tardío en la historia de Chile. Así el liberalismo se tradujo en competencias limitadas de la acción estatal, que se expresó en una reducción de los impuestos que gravaban la producción agrícola y la tierra, para descansar en las entradas que proveía el impuesto al salitre. De esta forma el radio de acción del Estado era restringido, “además de la defensa del territorio y de la mantención del orden público compete administrar unos pocos servicios, tales como correos y postas, vialidad, aduanas, oficialización de documentos, acuñación de moneda, etc. He aquí la esfera de lo estatal. De suerte que la potestad del mandatario se ejerce sobre un mínimo de aspectos de lo social” [1]. Hablamos de esta forma de un “Estado gendarme”[2] mas que de un estado propiamente liberal, el cual tomaba la forma de un “dictador” más que de un “policía de tráfico”, como era el caso de los Estados liberales europeos.
Pero este juicio debe ser matizado. Pues con anterioridad al período parlamentarista bajo el influjo del boom económico del trigo, el cobre y la plata (entre 1840 y 1860), el Estado realizó un gigantesco esfuerzo en materia de integración[3] y conectividad nacional a través de la construcción del Ferrocarril y el telégrafo. En este sentido, el gobierno de esa época merece el crédito de utilizar la capacidad del Estado y los recursos provenientes del trigo y la minería para el desarrollo ferroviario y del telégrafo, que a diferencia de otros países de la región, fue un emprendimiento público. [4] Medidas que presentan por lo menos tres consecuencias cruciales para el desarrollo de Chile:
- posibilitó un dinamismo comercial que se materializó en el surgimiento de grandes fortunas ligadas a las exportaciones;
- consolidación de Santiago en el último tercio del siglo XIX, como centro político, administrativo, económico y cultural del país, que se tradujo en la apropiación del dinamismo provincial, el fortalecimiento urbanístico y la atracción de la población por parte de la capital,
- facilitó los desplazamientos rápidos de la población, y con la expansión de las comunicaciones, la propagación de la idea de nación.
El proyecto de Nación, bajo esta perspectiva, es posterior a la emancipación Americana y al Estado mismo, ya que por el predominio que tenia la Hacienda en la estructura colonial, es imposible que se haya asentado una idea o concepción de comunidad mayor a la de la Hacienda misma, en tanto esta operaba como un sistema cerrado y autárquico. Es más, si se analiza el movimiento independentista, tenemos que sus motivaciones son de corte americanista más que nacionalistas, lo que habla que el fraccionamiento de la hispanidad americana es una de las características de la especificidad del modelo de modernidad Latinoamericano.
- ↑ Barros Lazaeta, Luís y Ximena Vergara Johnson, op. cit., pp. 25-26
- ↑ Halperín Donghi, Tulio: “Historia contemporánea de América Latina”. Alianza Editorial, Madrid 1990
- ↑ Cabría aquí mencionar los esfuerzos en materia de educación pública en todos sus niveles.
- ↑ Thomson, Ian y Dietrich Angerstein, op. cit.