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decaimiento del movimiento obrero y una ausencia de legislación laboral hasta que la situación vuelve a agudizarse en 1917 bajo otro contexto, pero con las mismas demandas no conseguidas llevadas a la palestra.

Los trabajadores, por su parte, se nutrieron durante fines del siglo XIX y comienzos del XX de una variada gama de ideologías que muchas veces tendían a confundirse. Se planteó aquí una separación clara entre el socialismo y el anarquismo, sin embargo, ambos tipos de pensamiento apenas podían diferenciarse en su etapa formativa y recién se separan claramente cuando se hacen evidentes las contradicciones en los métodos para conseguir el cumplimiento de las demandas del movimiento obrero. Aún así, mientras los anarquistas aparecen en menor número, pero con un proyecto de sociedad más definido, pues reivindican a la clase obrera como opuesta a la idea de Estado nación, los socialistas no se desligarán nunca de la tensión entre participar activamente de la institucionalidad u oponerse a ella como movimiento. Y si bien la masacre de Santa María de Iquique creará una mayor desconfianza respecto a la institucionalidad y a los logros que los trabajadores podrían obtener de ella, lo cierto es que la década siguiente estaría marcada por la creación del Partido Obrero Socialista, que seguiría en la senda institucional y luego, como Partido Comunista de Chile, se convertiría en un importante vínculo entre los trabajadores y la lucha por concretizar demandas a través de la lógica partidista.

Santa María entonces, es un hito en la historia de Chile, tanto en el debate sobre la cuestión social, de parte de los parlamentarios, como también al interior del movimiento obrero y su manera de vincularse con la institucionalidad. La masacre marcaría un antes y un después en la construcción de las propias identidades y las visiones respecto del otro, sin embargo, no será el fin de una historia de desigualdad, sino el comienzo de nuevas formas de organización popular y vinculación del Estado con la ciudadanía, que conducirán a los trabajadores chilenos hacia importantes logros en materia de legislación laboral, a través de nuevos procesos sociales en que nuevamente serán controlados y fuertemente reprimidos, lo que en más de una oportunidad terminará con la tierra manchada de sangre de los trabajadores, como aquel terrible 21 de diciembre de 1907.