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la falta de representatividad de los obreros con la institucionalidad y en segundo lugar, a la creciente organización de los trabajadores que durante los últimos años del siglo XIX y primeros del siglo XX llevaron a cabo importantes huelgas que tanto conservadores como liberales entendían como innecesarias y peligrosas, lo que influyó en el apoyo de los partidos a la represión de los huelguistas y finalmente, después de la Matanza de Santa María, en su silencio.

Dentro del parlamento, el Partido Democrático había hecho importantes esfuerzos, a pesar de contar con sólo dos diputados, por representar los intereses de los obreros[1], y de hecho había generado apoyo y expectativas entre éstos. El mismo Luis Emilio Recabarren, figura legendaria del movimiento obrero en Chile, fue miembro de este partido y la Combinación Mancomunal de obreros había llamado a votar por sus candidatos,[2] lo que nos permite asegurar una representatividad real de algunos sectores obreros en los ideales postulados por los democráticos. El ingreso de este partido a la Alianza Liberal en 1896 creó escisiones importantes que derivarían en su quiebre algunos años después de la Matanza.

En el parlamento fue relevante la figura de los diputados Malaquías Concha y Bonifacio Veas, siendo este último quien se reunió con los obreros después de la matanza y trasladó a algunos de ellos a la zona central del país para difundir sus testimonios.[3] Por su parte Concha increpó al Ministro del Interior Rafael Sotomayor después de los llamados sucesos de Iquique, pidió su destitución y la del Intendente de Tarapacá Carlos Eastman, sin mayor apoyo del Congreso. Como plantea Sergio Grez, las posiciones confrontadas en el parlamento eran diametralmente opuestas,[4] pues mientras los democráticos, muy minoritarios, si bien condenaban las acciones violentas de los huelguistas, ponían el acento en la justicia de las demandas obreras y en el derecho a petición y a huelga; por su parte los conservadores y liberales daban absoluta prioridad a la mantención del orden.[5]

Seis años después de la masacre, en 1913, una nueva comisión parlamentaria visitaría la zona y nuevamente daría cuenta de las paupérrimas condiciones de vida de los obreros salitreros, poniendo especial énfasis en la falta de instrucción, que era parte de las demandas ya históricas del movimiento. El diputado del Partido Radical Enrique Oyarzún (1912-1915), presidió esta comisión y presentó el informe el 27 de noviembre. Una vez más la visita de los parlamentarios serviría como un paso en el continuo reconocimiento de la situación obrera, pero no se reflejaría en ninguna acción concreta. De hecho, la Matanza de la Escuela Santa María marcaría un hito tal que el Congreso dejará de tener la presión popular, víctima de la violencia del Estado, para legislar en materia de derechos laborales. Si para 1907 ya se habían aprobado las leyes

  1. El artículo 1º del programa del Partido Democrático planteaba que éste tenía por objeto la emancipación política, social y económica del pueblo.
  2. De hecho en 1903 el Partido Democrático se reconoce como miembro simpatizante de la Internacional. Barría, Jorge, op. cit., p. 22.
  3. El Diario Ilustrado, 1 de enero de 1908.
  4. Aquello no significa que rompieran la homogeneidad del discurso parlamentario.
  5. Grez Toso, Sergio: “Transición en las formas de lucha. Motines peonales y huelgas obreras en Chile (1891-1907)”, en: Revista Historia, N° 33 (2000), p.50.