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derecho a exigir del gobierno que reprima con severidad y energía a estos enemigos del orden social, a estos audaces explotadores, a estos elementos malsanos de la sociedad (...). Ningún país puede tolerar que unas dos docenas de audaces anónimos y sin profesión ni rentas conocidas, estén de continuo azuzando el pueblo a la revuelta y provocando asonadas que producen la baja del cambio y el consiguiente recargo de los consumos». [1]

Mientras en Iquique la represión militar finalmente se concretaba aquella tarde del 21 de diciembre, en Santiago, en la Cámara de Diputados, el representante por la zona de Concepción, Fernando Baquedano, pedía la palabra y señalaba ante sus pares su inquietud respecto de la huelga del norte y la necesidad de información oficial por parte del ministro del Interior, el nacional Rafael Sotomayor. Agregaba además el diputado:

«Yo creo que, aún cuando no es del todo justificada la huelga del norte, es éste un movimiento sobre el cual debemos hacer un estudio especial, pues, puede decirse, que a este problema social están vinculados el desarrollo de la industria del salitre, el de nuestras riquezas y el mantenimiento del orden interno del país (...). Me atrevo a invitar a la Cámara a que entre a legislar, en forma definitiva, sobre las condiciones del trabajo y sobre las relaciones de los patrones y los obreros en las faenas salitreras (...). Se ha tratado de constituir la propiedad salitrera; de resguardar los derechos fiscales, en cuanto reportan beneficio para el Estado; pero poco o nada se ha hecho en lo que se refiere a la gente que con su brazo labra la riqueza del país».[2]

En estos términos abordaba también El Diario Ilustrado el conflicto, el día 22, sin conocer aún los detalles del desenlace:

«...Hasta aquí, el movimiento se presenta digno de toda consideración y respeto por su condición ordenada y pacífica, por sus solicitaciones en parte fundadas, en parte, acaso, imposibles de aceptar, pero en todo caso discutibles. Es verdad que cuando un movimiento de esta naturaleza alcanza tan gran desarrollo, aunque haya todo espíritu de paz y tranquilidad, son inevitables algunos incidentes desgraciados. Pero si hasta ahora la actitud y conducta de los huelguistas aparece satisfactoria y respetable, es difícil desprenderse de toda aprensión, al ver el desarrollo excesivo de la huelga, su organización extensa que ha hecho converger toda la masa de los huelguistas hacia la ciudad de Iquique (...). El producto íntegro de la industria salitrera se consume fuera del país; su pago es recibido en oro o moneda esterlina; los salitreros están perfectamente habilitados para satisfacer sin quebranto, dentro de la más completa normalidad de sus negocios, todos sus gastos de producción en oro o moneda esterlina. Presentada así, la demanda tiene buena base de justicia...» [3]

La siguiente sesión de la Cámara fue el 27 de diciembre, ya conocidos los hechos. El primer parlamentario que se refirió al

  1. «La Unión», Edición de Santiago, 15 de diciembre 1907.
  2. Sesión del 21 de diciembre de 1907, «Boletín de Sesiones Ordinarias Cámara de Diputados», Santiago 1907, p.605.
  3. Periódico «El Diario Ilustrado», 22 de diciembre 1907.