Página:La masacre de la escuela Santa María de Iquique.djvu/137

Esta página ha sido validada
137




Secuestro de diarios. – La huelga de Iquique
El señor ALESSANDRI
.. .‘ ‘La Constitucion ha querido, señor Presidente, que ante todo i por sobre todo se respete i garantice la vida de todos los habitantes.
Pues bien, estamos en presencia de hechos luctuosos.

Hemos visto publicarse un parte oficial del jeneral Silva Renard sobre esos sucesos, parte que el señor Ministro del Interior con cierto desenfado i cierto nervio ha acentuado que es oficial.
¿I qué dice ese parte?
Dice que los amotinados,... digo mal, porque no ha habido aquí motin, los huelguistas se reunieron en una casa situada en una plaza de la ciudad, que hasta el sitio donde estaban los directores de la huelga fué el coronel Ledesma, fue el comandante Aguirre i fué el mismo jeneral Silva Renard, que tuvieron con ellos una conversacion de dos o tres horas i que durante ese tiempo les rogaron que se retiraran, prometiéndoles jestionar privadamente sus exigencias.
Luego, agregó ese parte, los huelguistas, en lugar de retirarse, contestaban con griterías i banderolas i que la plebe iba subiendo poco a poco el tono de su actitud; pero deja constrancia del hecho de que todo eran griterías, eran banderolas; i esto, naturalmente, no autoriza para atropellar al pueblo en al forma que se hizo.’’. ..

.. .‘ ‘El contrato de salario es un contrato de arrendamiento de servicios en que los patrones tienen derecho a poner sus condiciones i los operarios tambien lo tienen a poner las suyas.
Esta es la doctrina sentada al respecto en todas partes del mundo.
La autoridad puede intervenir cuando los huelguistas cometen atropellos o cuando emplean la fuerza para impedir que trabajen los compañeros que desean trabajar; pero, mientras eso no suceda, toda intervencion violenta de la autoridad es abusiva.
Ateniéndonos al parte oficial del jeneral Silva Renard, la conducta observada por la fuerza pública no esta justificada, pues el motivo determinante de su empleo parece no ser otro que los gritos de la muchedumbre, el ajitar de las banderolas i el temor de que la jente pudiera exaltarse para cometer desmanes en la noche.’’. . .

. . .‘ ‘En cuanto al honorable Ministro del Interior, su Señoría, que conoce la historia, sabe que ni en los tiempos primitivos, ni en la edad media, ni en la moderna, ni en la contemporánea, se ha visto que los movimientos populares hayan sido contenidos con medidas violentas, con atropellos.
En todas partes en donde la autoridad pública ha procedido de esta manera, se la ha visto debilitarse i por fin caer. Porque, como dice un escritor que ha sintetizado la idea con una comparacion gráfica, querer contener al pueblo por medio de la violencia, es como poner atajo a un rio: las aguas se detendrán por de pronto ante el obstáculo; pero luego crecerán, rebalsarán el obstáculo i por fin con ímpetu avasallador, saltarán por sobre el i seguirán su camino arrastrándolo consigo.’’ .. .