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monarquía. En este contexto se produjo en Ucrania una revolución anarquista bajo el liderazgo de Néstor Majno y sus majnochina que implementaron un Gobierno de soviets con un sistema rotativo de los cargos gubernamentales y mandato imperativo. El modelo anarquista llegó a su fin repentinamente cuando los bolcheviques rusos habían vencido a los contrarrevolucionarios en su país y atacaron y derrotaron a los majnochinas. Una vez vencidos los anarquistas, Josef Stalin convirtió el principio del “centralismo democrático” en un “absolutismo burocrático”, se deshizo de su oposición interna representada por Trotzky y sus seguidores y fortaleció su poder como secretario general del PC mediante un culto a su persona.

Durante la época entre guerras se proclamaron una serie de repúblicas soviéticas siguiendo el ejemplo de la república soviética en Rusia. Así fueron creados consejos de soldados y trabajadores en Austria, Hungría, Eslovaquia, Alemania y hasta en el Irán, sólo nombrando algunos ejemplos. Ya hemos hecho alusión al amotinamiento de marinos en Kiel que dio inicio a la Revolución de Noviembre en Alemania en 1918. Posteriormente al levantamiento de los espartaquistas, liderados por el PC alemán en enero de 1919, se crearon soviets en Berlín, Munich, Hamburgo, Bremen y en varios centros industriales del país. Con el modelo de los concejos (pero en tradición marxista, más que anarquista) firmemente asociadas fueron las expropiaciones y socializaciones de industrias clave como la del carbón, de acero y hierro así como el sector financiero. La socialdemocracia alemana logró ejercer su influencia para convocar a elecciones a un Concejo de Diputados del Pueblo. De esta manera se tomó la decisión a favor de una democracia representativa y en contra del modelo de los concejos. Mientras los partidos políticos socialdemócratas exigieron elecciones para una Asamblea Constituyente que debiera decidir la futura forma de Estado de Alemania, los concejos de soldados y trabajadores buscaron convertir este levantamiento en una revolución social. El presidente del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), Friedrich Ebert, coincidía plenamente con el entonces Canciller del Reich, Max von Baden, que esta revolución social debiera ser evitada y el orden estatal mantenido a toda costa.

En los días posteriores, Ebert redobló sus esfuerzos por controlar la situación y evitar la radicalización del movimiento para lo que le fue muy útil que su partido contara con la mayoría de representantes ante el Concejo de Diputados. Estos votaron en contra de una Constitución política sobre la base de concejos de trabajadores (soviets). Mientras tanto las elites militares del antiguo régimen se prepararon para frenar el “peligro bolchevique” e intentaron hacerse del poder mediante un golpe de Estado el 6 de diciembre.

Otras repúblicas soviéticas fueron proclamadas en Hungría en marzo 1919, en la ciudad de Košice en Eslovaquia en 1920 y hasta