Página:La masacre de la escuela Santa María de Iquique.djvu/119

Esta página ha sido validada
119

sueldos, jornadas laborales más cortas, descanso dominical, seguros contra accidentes laborales y enfermedad, así como condiciones de trabajo y de vida dignas. Su fin último, sin embargo, siempre fue la revolución social y la superación del capitalismo para sustituirlo por una sociedad más justa y libre de dominación.

El principal modelo político—administrativo que debiera reemplazar al Estado era él de los soviets, palabra del idioma ruso que significa “concejos” y que se orienta en la concepción de democracia radical de Jean Jacques Rousseau.[1] En la democracia soviética los electores están agrupados en organizaciones de base tales como, por ejemplo, los trabajadores de una fábrica o los habitantes de un barrio o comuna. Ellos eligen directamente a los integrantes de los concejos que se convierten en sus autoridades ejecutivas, legislativas y judiciales. De esta forma no habría una división ni separación de poderes en la tradición de John Locke [2] y Charles de Montesquieu [3] y el soberano, el pueblo, ejercería su democracia directamente. Tampoco existirían sistemas de partidos políticos, considerados fundamentales para el concepto democrático representativo, predominante en la actualidad, ya que los concejos representarían la voluntad del pueblo en su totalidad y le serían responsables permanentemente por intermedio de un mandato imperativo, opuesto a la idea del mandato libre de los actuales modelos democráticos en los que el representante electo sólo responde ante su propia conciencia y no ante el pueblo soberano ni sus electores.

Entre los años 80 del siglo XIX y la década de los 1930, el movimiento anarco-sindicalista tuvo mucha influencia política. Cuando, al inicio de la década de 1920, fue fundada la internacional anarco-sindicalista “Asociación Internacional de Trabajadoras y Trabajadores”, ésta reunió de inmediato alrededor de 1,4 millones de afiliados. La más poderosa de las organizaciones anarco—sindicalista de la época fue, sin duda, la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT) española que alcanzó a reunir a más de dos millones de miembros a fines de los años 30, antes de que el Franquismo la obligara a la clandestinidad. La emigración europea al continente americano no sólo trajo una enorme cantidad de mano de obra, sino con ella también las ideas anarquistas lo que facilitó la creación de organizaciones afiliadas al movimiento anarquista mundial, tanto en Estados Unidos como en el subcontinente latinoamericano y en el Caribe.


Como ideología anticapitalista y ácrata, es decir, que rechaza todo tipo de dominación, y no sólo la del capital sobre el trabajo, los movimientos obreros adherentes al anarquismo buscaron derrocar el sistema capitalista por medio de una serie de huelgas generales

  1. Rousseau, Jean Jacques: “El Contrato Social”, Editorial Losada, Buenos Aires 2003; Grimsley, Ronald: “La Filosofía de Rousseau”, Editorial Alianza, Madrid 1988.
  2. Locke, John: “Of civil government. Two treatises”, J.M . Dent, London 1936; Locke, John: “Ensayo sobre el gobierno civil”, Fondo de Cultura Económica, México D.F. 1941; Kendall, Willmoore: “John Locke and the doctrine of majority rule”, The University of Illinois Press, Urbana 1941.
  3. de Montesquieu, Charles: “Del espíritu de las leyes” (versión castellana de Nicolás Estévanez) Editorial Porrúa S.A ., México D.F. 1992; de Montesquieu, Charles: “Cartas persas” (Edición, introducción y notas de Carlos Pujol; traducción de José Marchena), Editorial Planeta, Barcelona 1989; Zúñiga Urbina, Francisco Octavio.: “Montesquieu y el dogma de la separación de poderes”, Fundación Chile 21, Santiago 2004.