con el mayor rigor histórico, con el fin de hacer público cómo, en su momento, este mandato fiscalizador de la Cámara fue asumido por algunos de nuestros colegas hace 100 años, así como, también, es elocuente el silencio que se extendió en gran parte de los representantes.
Este trabajo representa para la Cámara, y para nosotros como diputados de la República, un rescate de las fuentes propias del parlamento, como son los boletines de sesiones, testimonios documentales en que se encuentra registrada la vida política del país, el intercambio y debate de ideas y, en buenas cuentas, la necesidad de identificar los grandes temas de la nación, tratados por tribunos muchas veces elocuentes, algunas veces acaloradamente incisivos, pero siempre con respeto cívico.
En la misma línea antes reseñada, este libro también representa una ventana para la Cámara, pues en uno de sus capítulos se analiza la historia de las iniciativas legales en materia de derechos de los trabajadores. Queda así en evidencia cómo, progresivamente, se fue instalando en el Parlamento una real preocupación por los sectores más desposeídos, que marca, al mismo tiempo, el arribo de la «cuestión social» a Chile, que se expresará en una reorganización del sistema de partidos políticos y sus alianzas durante el siglo XX.
Es compromiso de la Cámara y de todas las instituciones republicanas de nuestro país, que hechos como los narrados en las páginas de este libro no se repitan. Es el «nunca más» de todos los que compartimos y atesoramos el valor de la democracia; es la férrea defensa de que hechos como éstos no vuelvan a hacerse realidad en nuestra historia, que prime el diálogo antes que la violencia, que todas las sensibilidades y visiones tengan cabida en nuestro país, que los puntos de vista diferentes no vuelvan a ser acallados con fusiles como hace 100 años.
La Cámara de Diputados fue una de las primeras instancias institucionales que dio cuenta del cambio en la composición social de Chile desde fines del siglo XIX, lo que se expresa, progresivamente, en la apertura-—a esa fecha aún modesta-—del sistema político chileno a los sectores populares. Al mismo tiempo, en sentido contrario, también es en el Parlamento donde mejor quedan graficadas las profundas divisiones por las que atravesaba