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deben imitarse servilmente. Por otra parte, hay que destacar la semejanza entre la situación de la condesa que lee a Schopenhauer y un Proust indiferente, con el episodio novelesco de El tiempo recobrado, donde la duquesa de Guermantes comenta con ironía la propuesta de la señora de Cambremer-Legrandrin de que relea lo que Schopenhauer escribió sobre música (Vil, 357), (III, 992). Pero del mismo modo como Swann recuerda la sonata de Vinteuil ocurre con el arte de la Berma, que parecía olvidado e incomprendido por el héroe. Luego de la primera representación de Fedra, un fenómeno de memoria involuntaria adecuada a la emoción estética, impone el talento de la Berma, en una segunda representación, como una lección que parece que no se ha aprehendido por la noche y que, al despertar se retiene de la memoria. Pero el talento de la Berma, no se reduce a Fedra, ni al genio de Racine, sino que consiste en su arte de interpretación, en las posibilidades de recepción que ofrece aún de un texto mediocre. Los cuartetos de Beethoven se interpretan re-componiéndolos, es decir que se re-crean. De la misma manera no se distingue entre el talento de la Berma yel papel que representa, pues forma una sola cosa con él. Y el narrador lo compara con el talento de Vinteuil cuando tocaba el piano, porque su juego de pianista no ofrecía aspectos salientes en el orden material, tangible, tanto que ni siquiera se sabia si era pianista, artista o no. Es que no dejaba ningún margen para una confusión de la música con lo material (el esfuerzo muscular, los brillantes efectos de ejecución). Y el juego pianístico, por el contrario era transparente, dominado por lo que interpretaba. Entonces ya no se advertía al intérprete como tal pues "no es más que una ventana que da a una obra maestra" (Ill, 53), (ll, 47). El papel del intérprete musical es, sin embargo, necesario y creador (a diferencia de lo que opina Sartre con respecto a las Sinfonías de Beethoven en Lo imaginario)‘°“. Porque puede con fragmentos irrelevantes, y todavía de mala música, insuflarles una proyección de su espíritu. Y ante la obra maestra musical, su creación consiste en una especie de destrucción de lo material, para que haga aparición la esencia musical, pero entonces el intérprete es como el autor musical, que anula su yo superficial y dicta la esencia individual de una idea musical, más allá de todo subjetivismo arbitrario. Si bien Sartre sostiene la doctrina del equivalente espiritual, es decirdel análogoy de la desmaterialización, no considera esta relación entre intérprete y autor, ambos entendidos como traductores. 69 influencia del pensamiento de Kant y Schopenhauer de que las obras maestras no