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Poesías de Cuellar.

Las tintas del ocaso,
Los cirrus y los limbus
De grana matizados.
Un velo ceniciento,
Impenetrable, helado.
Con el color de vértigo
Cubrió todo el espacio.

Yo solo, en el silencio
Que me rodea en tanto,
Contemplo absorto y ledo
El pavoroso cuadro.
Parece que ha vivido
Cien mil millones de años
Nuestro infelíz planeta,
Y exánime y cansado,
Caduco y moribundo,
Mas sin cesar rodando.
No tiene ya en su atmósfera
Sino en turbión helado,
Un gran laboratorio
De nieve vuelta en granos,
Que cae eternamente
Sin tregua ni descanso
Para borrar las huellas