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Poesías de Cuellar. — 49

Orad entonces, y si blando y tierno
Teneis y noble el corazón, orad,
Orad por el que sufre, por el pobre
        Y por el criminal;
Por el que, torpe, en la maldad se sacia,
Por el que ciego en el error está,
Por el que, enfermo, á su dolor sin tregua
        Ya no resistirá.
Y cuando al coro de perdón adune
Vuestro pecho su efluvio de piedad.
Vuestros ojos el angel de los sueños
        Contento cerrará.
Y si al oír mis versos por ventura,
Os conmueve un afecto fraternal,
Y pensais un momento en los que lloran
        En dura adversidad;
Sabed que no soy yo; los desgraciados
Son los que os hablan en su inquieto afán:
¡Pobres víctimas tristes de la suerte!
¡Rogad por ellas con amor, rogad!