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Poesías de Cuellar.

De aquellos fresnos que prestaban sombra
A la mullida alfombra
Del césped do tranquilo nos sentábamos
A mirar los cristales de la fuente,
Que á nuestros pies besaba mansamente
Las júncias y las cañas.

Los álamos del valle ¡cuán distintos
Se ostentan á mis ojos!
Erizados, desnudos,
Semejando esqueletos
Por cuyos brazos cruza el cierzo impío
Con silbidos agudos...

Mira la negra nube
Que empaña el azulado firmamento
Y vagarosa sube
Con ráudo movimiento:
Y en el ocaso opaco los celajes
Ya no remedan límpidos paisajes;
Cárdenas, tristes nubes se derraman
En informes, fantásticas figuras;
Lentamente se inflaman,
Se agrupan, se levantan perezosas,