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Poesías de Cuellar. — 265

Los labios nacarados
Atentos con ternura
Al beso maternal que dulce, ardiente,
Sonaba en tu mejilla
Teñida suavemente
De rubor infantil con leve grana,
Cual la aurora al colorar temprana.
Adormida en pacíficos ensueños,
Regalada con plácidas caricias,
Feliz era tu vida;
Feliz, porque entre mágicas delicias.
El ángel tutelar de tu inocencia
Cubriendo con sus alas
La copa en que se liban los amores,
Iba regando con preciosas flores
La senda que seguías
En tus tranquilos, envidiables días....

De tí corría uraño
El pálido fantasma que amedrenta
Y llaman desengaño.
Las mil visiones de la mente loca
Con que nos brinda el mentiroso mundo,
Del genio huían de nevadas alas