Al borde de las fuentes ó en la arboleda umbrosa
Hallamos las delicias que el alma venturosa
Anhela no perder.
Una expansión suave que dentro el pecho ardiente
Sentimos al contacto de dulce inspiración;
Meciéndose en ensueños magníficos la mente,
No el porvenir, tan solo miramos el presente
Risueño, halagador.
Quimeras mil tan gratas revuelan á porfía
Como la turba leve de sílfides veloz,
Que embriágase y delira la loca fantasía
Y solo amor y gloria entonce el hombre ansia
Con entusiasta ardor.
Y lánzase sediento en pos de los placeres;
Para su gloria el mundo es pobre pedestal,
Do quier la vista fije, mezquinos ve á los seres,
Y busca en senos puros de célicas mujeres
Divina idealidad.
Y canta, y á los ecos de su laúd querido
Despiértase el murmullo de triunfo halagador:
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Poesías de Cuellar. — 245