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Poesías de Cuellar. — 219

De su razón en la tiniebla un rayo
Brilla de luz, y vuelve la infelice
Otra vez á su lánguido desmayo,
Otra vez á su estúpido mirar.
¡Pobre idiota, extraviada en el vacío
Como ave de la noche por los vientos,
Sin tregua en su terrible desvarío,
Sin consuelo en su bárbaro pesar.


Juguete de su viva fantasía,
Rodeada de espectros y fantasmas,
Por do quiera le sigue en su agonía
El eco triste del perdido amor.
Siempre delante una visión medrosa
Que le infunde pavor desconocido,
Siempre una voz que le repite ansiosa
De su ventura el postrimer adiós.


De su ventura, sí, serenos días
De almo solaz huyeron como el viento
Que lleva las postreras melodías
Que modula el alegre ruiseñor.
De placer y de amor dulces caricias,