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Poesías de Cuellar.

Y con el alma noble estremecida
Tal vez Adán al contemplarte atento,
Elevó su mirada al firmamento
Para ensalzar al que te diera vida.

Tu acento celestial, cantor silvestre,
Infunde al alma bienestar sabroso,
Ya en el seno del soto pavoroso,
O ya en la grata soledad campestre.

Lenitivo de férvidas pasiones,
Bálsamo del dolor, almo consuelo;
¡Cuántas veces cesó bárbaro anhelo
De tu voz al sonar las vibraciones!

Tal vez el criminal en la espesura,
Acechando á la víctima inocente,
El brazo ha suspendido de repente
Al escuchar tu angélica dulzura.

Sí; la voz de las aves candenciosa
Es eco de la música del cielo.
Que Dios enviara á nuestro triste suelo
Para alivio del alma congojosa.