El vicio combatió, bebió en el cáliz
Del amargo dolor. El vulgo torpe
Que el genio de Alarcón no comprendía,
Con escarnio y con mofa le pagaba,
Y Alarcón, aunque triste, no cedía.
Ni al eco de las burlas que escuchaba
Se amenguó su nobleza é hidalguía;
Pero su tierno corazón lloraba!
Triste destino el del talento! ¡oh cuántas,
Cuántas víctimas, todas inmortales!
Al cruzar por el valle de la vida
Sienten el alma de dolor transida;
En su existencia el genio en vez de flores
Encuentra llanto y luto y sinsabores;
Mas llega al fin un día
En que esos seres que tan solo alientan
Encono y osadía,
Con la cerviz doblada,
Al contemplar esos ilustres nombres
En los eternos fastos de la historia,
Se humillan al fulgor de tanta gloria.
Libre la fama por el orbe todo
¡Alarcón! repitiendo
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Poesías de Cuellar.