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Poesías de Cuellar. — 145

Como buscara el ciego infortunado
Del claro sol el resplandor divino!
La sed del alma que mi labio seca
Me mueve á contemplaros... los sonidos
De la vibrante orquesta; de la seda
Que roza un pié los lúbricos crujidos;
La voluptuosa y lánguida mirada
De la beldad; el pecho alabastrino
Que ondula ténue del amor al soplo....
Una sonrisa de pasión.... ¡Delirios
De la exaltada mente! un solo instante
De calma conceded al pecho mío:
No me abrumeis; que plúgole severo
De la dicha apartarme á mi destino,
Y no me deja penetrar en donde
Ayer fuera mi ameno paraíso...
¡Ayer! ¡ayer! imagen de mi gloria!
Tibio reflejo del deleite mío,
Crepúsculo fugaz; del harpa de oro
Encantador y postrimer sonido!...
¡No has de volver jamás! bajo mi planta
Encuentro un yermo estéril y sombrío...
Del porvenir el horizonte oscuro
Solo se enciende al resplandor rojizo
De fúlgido relámpago... ¡¡Crucemos
El dilatado erial, laúd querido!!