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Poesías de Cuellar.

De las pesadas nubes que se agolpan;
Los lívidos relámpagos... el grito
De los siniestros cárabos nocturnos,
Y entre los secos troncos el zumbido
Del viento pertinaz... de las cascadas
El lejano rumor, y de contino
De los reptiles asquerosos suenan
Los prolongados, lúgubres silbidos.
Y á este cuadro de horrores que me espanta,
Para aumentar mi bárbaro suplicio,
Se unen los ecos del festín alegre...
¡¡Callad!! ¡no suenen vuestros torpes gritos!
¡Callad, por Dios... estúpidos sarcasmos
Son vuestros goces á mi mal unidos.
¡Cesad! cesad! no vibre en vuestros labios
El torpe beso del amor lascivo...
Ah!... ¡cuánto herís al corazón!... No quiero
Prestar á vuestro acento mis oídos;
No quiero ver vuestras volubles formas,
Leves girando en el salón sin tino;
No quiero presenciar vuestros amores,
No quiero ver vuestro placer maldito!...
Pero ¡ay! á mi pesar buscan los ojos
De ese festín el deslumbrante brillo,