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Poesías de Cuellar. — 133

Que al contemplar el llanto que arrancara
Indiferente queda.

Allí duerme el amigo
Extraño á mis agudos sinsabores;
Allí duerme el mendigo
Soñando del magnate los favores.

Y todos al influjo del beleño
Que yo desprecio en mi vigilia dura,
Buscan si no el placer, calma y holgura
En los brazos del sueño.

Mas ya resuena entre la selva umbría
Un eco de dolor hondo y profundo,
Tiene la pena mía
Un compañero en el inmenso mundo.

Bien hayas tú, nocturno peregrino.
Que entre las ramas del añoso tronco
Lamentas tu destino
Con un gemido desigual y ronco.

Bien hayas tú, porque te quejas solo,
Porque tus penas con ninguno lloras;