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126 — Poesías de Cuellar.

La hieres, y la entregas, fementida,
        Al sueño del no ser....

Si ves que el hombre entusiasmado siente
La sed sublime de la inmensa gloria
        Que exalta su razón,
Ante su débil planta derepente
Te arrastras tú, y en deleznable escoria
        Lo torna tu ambición.

Al contemplar tus víctimas sangrientas,
Con júbilo fatídico te engríes
        En ancho panteón:
Tú sola entre ellas sin cesar alientas,
Y á todas horas de la vida ríes
        En medio del dolor....

Solo una voz te halaga aterradora.
Que está gritando ¡destrucción! y miras
        A los hombres caer
En tu ignota región hora por hora,
Y muda, en tanto, sin cesar conspiras
        Contra el humano sér.

Es esa voz que escucha vagarosa