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Poesías de Cuellar.

Cuando llegada la fatal sentencia
Del Supremo Hacedor la voz le nombre?
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¡Siempre dudar! y en la mezquina mente
Siempre la sombra del error oscura.
Tósigos ¡ay! apuro de amargura,
        Si indago vanamente
De la creación el misterioso encanto.
Por eso, ¡oh tarde! en tu tranquila calma,
Vendré á escuchar del ruiseñor el canto,
Y á procurar alivio á este quebranto.
Cruel, agudo torcedor del alma.

Yo beberé tus auras bullidoras
Henchidas de suavísima fragancia;
Recordaré de mi feliz infancia
         Las encantadas horas:
Y si al fijar mi vista fatigada
En el azul del estrellado cielo,
Volviere yo á sentir duda obstinada,
La blanca fé, de luces rodeada,
Al alma triste le dará el consuelo.