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LA INQUIETUD DEL ROSAL

EL SUEÑO

Yo ví dos soles rojos dominando el espacio...
Perlaban en sus rayos las luces del topacio
Y tendí mis dos manos hambrientas de infinito
Para estrujar en ellas un inefable Mito.

Las dos pupilas rojas como rosas del cielo
Cegaron mis pupilas, soberbias en su anhelo
De mirar cara a cara los toques de diamantes
Que estaban en el éter como luces distantes.

Después como un crujido de mudos que se quiebran...
Tempestades soberbias que en los mares se enhebran;
Parto de los infiernos... Un quejido de Dios...
Y bocas que se muerden en un supremo adiós!