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LA INQUIETUD DEL ROSAL

AMOR...

I

Porque tenías el cabello blanco,
El rostro enjuto, la cansada frente
Llena de heridas hondas que me hablaban
De los estragos que produce el tiempo;
Porque tenías manos de trabajo,
Callosas y deformes, manos trémulas,
Como estremecimiento de algún ave
Bajo el frío mortal de la agonía;
Porque aquellas tus manos temblorosas
Me parecieron de esas que el arado
Hunden en las entrañas de la tierra
Para abrir paso a la simiente sana;
Porque acaso tus hijos se murieron
Y te dejaron sólo, sin cariño,
Con un grave pesar en tu alma buena
Que de rebelde nunca supo nada;