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LA HIJA

Cuando Rodopis despidiéndole, quiso darle la mano, él, alterado por el vino, exclamó:

—Por Hércules, Rodopis, que nos echas de casa como si fuésemos importunos acreedores. No estoy acostumbrado á abandonar un convite, mientras pueda tenerme en pie, á menos que me echen como un parásito.

—No quieres hacerte cargo, grandísimo beodo...—decía Rodopis riendo y para disculparse...

Mas Fíloinos, enojado por la broma de la huéspeda, soltó una carcajada, y medio borracho, tambaleándose en dirección á la puerta, interrumpió diciendo:

—¿Con qué, grandísimo beodo, me llamas... eh? Pues yo te llamo esclava impertinente. Por Dionisio, que todavía se echa de ver lo que has sido en tu juventud. Adiós, esclava de Jadmon y de Xantos, liberta de Járaxos...

No pudo acabar. El espartano se le echó encima, asestándole un tremendo puñetazo que le dejó sin sentido. Luego le llevó, como se lleva á un niño, á la barca, donde le aguardaban sus esclavos á la entrada del jardín[1].