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DEL REY DE EGIPTO

orbe, un sibarita, Fíloinos en fin, pronunciará un fallo severo sobre sus delicados platos. Anda, Knakias, dí que sirvan la comida. ¿Estáis contentos ahora, señores impacientes? Pícaro Fanes, con tu triste noticia me has quitado el apetito.

El ateniense se inclinó, y el sibarita volvió á filosofar.

—Bella cosa es el contento cuando se tienen medios de satisfacer todos los deseos. Te doy las gracias, Rodopis, por la buena opinión que tienes de mi incomparable país. ¿Qué dice Anakreon?³⁶. «Sólo me preocupa el presente. ¿Quién sabe qué nos traerá el mañana? Huid, pues, del pesar; desterrad los dolores, jugad á los dados y bebed.»

—¡Eh, Ibico! ¿He citado correctamente los versos de tu amigo, que contigo se regala en la mesa de Políkrates? Confieso que, si no hago tan buenos versos como Anakreon, en eso de vivir bien no soy menos experto que el gran vividor. En ninguna de sus canciones figura un elogio al comer; y sin embargo, el comer es más importante que el jugar y el amar, aunque estas dos ocupaciones me son también gratísimas. Mas, sin comer moriría, al paso que sin el juego y el amor se puede vivir, siquiera sea miserablemente.

El sibarita, satisfecho de su necia charla, prorrumpió en una carcajada. Los demás siguieron conversando, y el espartano se dirigió al delfio Frixos, llevóle aparte, y olvidando su gravedad, le preguntó muy agitado, si le traía la tan anhelada respuesta del oráculo. El severo semblante del delfio se puso más afable; metió la mano en el seno de su jiton, y sacó de éste un pequeño rollo de apergaminado cuero de carnero que contenía varios renglones escritos.

Las manos del robusto y bizarro espartano temblaban al coger el rollo. Después de abrirlo, fijó en él la mirada. Así permaneció un rato; luego sacudió enojado las canas trenzas, y dijo, devolviendo el rollo á Frixos:

—Nosotros, los espartanos, aprendemos otras artes que el leer y escribir. Si puedes, léeme lo que Pitia dice. El delfio miró el escrito y contestó:

—¡Alégrate!! Loxias,[1] te prometo un regreso feliz: oye lo que te revela la sacerdotisa:
  1. Apodo de Apolo por lo obscuro de sus oráculos.