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LA HIJA

se desprende de mis ojos cuando cesa la música, y apenas acierto á convencerme de que me hallo en Egipto, en este país tan monótono, caluroso y extraño, del que, merced á los dioses, no tardaré en salir... Pero dime, Aristómajos: si recorres el desierto, ¿huirás los oasis, porque después debas volver á pisar arena y á padecer sed? ¿Quieres recha zar una hora de felicidad porque te aguardan días de desventuras?—Alto, ya estamos. Serena tu rostro, amgo, pues no está bien que entremos tristes en el templo de las járites[† 1].

En este momento, la barca llegó junto á la muralla del jardín bañada por el Nilo. El ateniense salió dando un ligero brinco, y el espartano, con paso firme y reposado. Aristómajos llevaba una perna postiza; mas á pesar de ello, andaba con tanta soltura al lado del ligero Fanes, como si hubiese nacido con la pierna de palo.

En el jardín de Rodopis, los perfumes saturaban el aire, abríanse las flores y se percibía cierto revoloteo como en noche de conseja. Acantos, mimosas, setos de viburno, jazmín y saúco, malezas de rosales y crsos se apretaban unos á otros; palmeras, acacas y elevados balsameros sobresalían por encima de los arbustos; grandes murciélagos cernianse con sus delicadas alas sobre el conjunto, al són del canto y la risa en el río.

Un egipcio plantó aquel jardín; los constructores de las pirámides eran desde antiguo celebérrimos jardineros[1]; sabían perfectamente separar los bancales y combinar grupos regulares de árboles y arbustos, disponiendo acequias y sur tidores, enramadas y glorietas. Festoneaban también las veredas con setos artísticamente recortados, y criaban doradas en piscinas de piedra.

Fanes se paró en la puerta de la muralla, miró con cautela alrededor, escuchó en varias direcciones, y noviendo la cabeza, dijo:

—No sé qué pueda significar esto. Ni oigo voces, ni veo luz. Las barcas todas han desaparecido, y no obstante, cerca de los obeliscos de la entrada, ondea la bandera con su palo abigarrado[2]. Rodopis debe estar ausente. ¿Habrá olvidado...


  1. Nombre griego de las Gracias.