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escuela o por el diario vivir. Rápido se la enseña a su madre, quien le sonríe con amor, aun cuando desde hace varios días solo finge una explícita felicidad. Por su hijo, piensa. Joaquín no ha notado esto; o eso creo. Su mamá es su mamá, punto. Cosas de grandes, punto. Quizá sus pocos años lo protegen de algo más. No estoy seguro. «Joaco» corre de regreso a la alfombra para sentarse entre esos carros que sin él no tendrían vida. En tanto, su padre le ha regalado una dura mirada a Andrea sin decir palabra alguna. Ha salido nuevamente por esa puerta como si el diablo lo empujara.

Joaquín ha vuelto a su juego, ha elegido la furgoneta; afuera, Raúl ha encendido el motor de la suya. Debe reunirse con dos personas con las que previamente ha hecho un trato. Joaquín ha puesto en movimiento el carro que le acaban de regalar. Una media hora después, su padre recogerá a esos dos sujetos cerca de Juárez. Una media hora después, Joaquín escuchará a su madre llorar. Raúl, Mireya y Artemio se colocarán un pasamontañas antes de llegar al destino. Joaquín correrá donde Andrea para abrazarla. Como carroñeros, dos se bajarán del vehículo para quitarle la vida a aquello que ya lo tiene. Joaquín abrazará con fuerza a su madre dejando el juego atrás. Ellos golpearán a una mujer en la cabeza. Se la llevarán a la furgoneta. Joaquín llorará desconsoladamente sin tener claro el porqué.