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LA GUERRA GAUCHA

malignidad, que el chambergo velaba oportuno, por las mejillas de un moreno entre dorado y bermejo como la corteza de las granadas, hasta los corpiños de tirante redondez y los tobillos de cenceña escultura. Estaban realmente lindas con sus crenchas negrísimas volteadas á la derecha en símbolo patriótico, y sus angaripolas que, á pesar de la descalcez, resultaban un lujo para las viejas camisas de los galanes.

Pertenecían éstos á la montonera capitaneada por el padre del angelito y como más próximos, llegaron la tarde anterior. Del cuartel general se congregaba á los caudillos lugareños para una concentración en la selva; los chasques habían comunicado ya la orden, y sobrellevando el accidente que le arrebataba su primogénito al año de matrimonio, aquél no quiso ser menos y citó para la madrugada.

De un galope se pondrían al amanecer en el sitio indicado; y como el cementerio distaba, antes de partir sepultarían detrás de la casa al niño. Allá á la luz de las velas, entre el follaje y las flores, aflojábansele sobre el pecho sus manos de acemita entre las cuales contradanzaba un vuelo de moscas. Tosía á ratos en la trasalcoba el dueño de casa y la madre del fallecido salía de allí con mate para los huéspedes.