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LA GUERRA GAUCHA

cramponada de Borgoña; y en el porvenir, estremeciéndose todavía de redención, la sagrada tierra con su piedad que pregonaba con su alborozo tantas fecundidades, y sosegaba con su piedad tantos grandes sueños.

El anteojo realista, distraído un instante, enfocó por despedida la casaca roja. El oro solar fundíase en napa de esplendor. Charreteras y morrión hormigueaban de átomos chispeantes. La luz destelló más todavía; el jefe caracoleó un poco, y entonces, en el sitio que acababa de ocupar su cabeza, resplandeció de lleno el Sol de Mayo.