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LA GUERRA GAUCHA

El jefe advertíalo también; pero como á su vez no comulgara con aquellos dengues, atusó impaciente su bigote cristalizado de frío:

—Bájate, pues!

No lo hizo tampoco; dos hombres lo desmontaron á la fuerza, y entonces, con evidencia reveladora, apareció sobre el cojinillo una mancha de sangre fresca. El signo infausto con que su sexo acababa de traicionarla, cuando peligros, desiertos, montañas, todo lo iba dominando en suprema aventura por la patria y por el amor.