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LA GUERRA GAUCHA

de obediencia y de muerte. Pirueteando volteos para escalar aquella pared, fueron pasando todos; y apenas seguros tras ese obstáculo que los salvaba, no obstante, un recuerdo los asaltó: la carreta!

No bien lo dijeron, cuando sobrevino la explosión. Y enterrados aún por el fardo de humo que les dio encima, una cosa formidable pasó entre ellos sembrando la muerte. Aquello atravesó la humareda, se perdió en la distancia aullando. Sintióse que arrancaba nuevamente de la sombra, lanzándose en otra arremetida...

Ahora lo divisaban. Sable en mano, un jinete, uno solo, precipitábase sobre ellos. Muchos calaron bayoneta; pero enceguecidos todavía, no evitaron la carga. El temerario cruzó entre una vorágine de sablazos y de aullidos.

Una exclamación...

...Un silencio...

...Otro galope.

En el boquete con que la explosión abriera la pirca, apareció otra vez. Cerró contra las filas. Dio en la punta de las bayonetas. La descarga tumbó su caballo, mas él salió ileso, en cuclillas, ante los soldados atónitos; corrió hacia el cerco gambeteando para esquivar la red de punterías con que lo acosaban, y respaldado allá, esperó.

Los realistas atropellaron, y un haz de sables